domingo, 4 de diciembre de 2011

"La Lechera"

   Desperté una mañana calurosa de verano, el día de mi cumpleaños, no me esperaba ningún regalo, ya que éramos muy pobres en nuestra granja. Para mi sorpresa, mi madre vino a darme los buenos días y a decirme felicidades, y cuando pensé que se iba a ordeñar las vacas añadió: "Hija, como hoy es tu cumpleaños, espero que las vacas den mucha leche porque luego irás a venderla al pueblo y todo el dinero que te den por ella será para ti. Ese será mi regalo de cumpleaños". ¡No cabía en mí de júbilo, aquello no podía ser verdad!
   Fuí todo lo rápido que pudieron correr mis piernas hasta donde estaban las vacas y las agarré  para poder ordeñarlas, por suerte, ¡dieron más leche que un día normal!
Una vez guarde la leche en un gran caldero, me puse en camino hacia el mercado. Por el camino me encontré con mi amiga Pepa, que me ofrcio llevarme en su carro, pero yo le dije que no, que prefería ir andando porque la leche podía derramarse por culpa de los baches.
   Una vez que Pepa se fue, empecé a pensar en la de cosas que podría comprar con el dinero que ganase al vender la leche, para empezar, pensé que podeía empezar comprándome una cesta llena de huevos, de los que nacerían pollitos, que se convertirían en hermosos gallos y gallinas; entonces iré a vender las gallinas al mercado, y con el dinero que consiga, me compraré un cerdito, y más adelante venderé el cerdito, y con el dinero que me saque, me compraré una ternera, de la que conseguire sacar un montón de leche... Así por fin podre comprarme mis propios vestidos, y zapatos, ¡todo será perfecto!
   De repente, no sé que me ocurrió, que cerré los ojos, una rama aparecio delante de mí, tropece contra ella y el caldero que llavaba mi leche cayó al suelo y se derramó.
   Estaba tan triste que cuando llegué a casa mi madre me abrazó, y me dijo suspirando: "Hija, no te preocupes,  la imaginación que tienes es buena mientras también prestes mucha atención en todo lo que haces. No puedes ir soñando mientras caminas porque ya has visto lo que te puede suceder.
   Desde entonces ya no he vuelto a hacerme ilusiones con el dinero que saque y las cosas que me pueda comprar con él, he aprendido a vivir con lo que tengo, y que estar con mi familia es mejor que ganar mucho dinero vendiendo.